El Principito, el relato corto publicado por el escritor y aviador francés Saint-Exupéry en 1943, está de aniversario. Un libro que no entiende de modas y que, es el segundo más traducido de la historia, solo por detrás de la Biblia.

«He aquí mi secreto: solo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible a los ojos». Seguro que, a más de uno, le suena esta mítica frase del libro que en toda casa no puede faltar.

Aunque, a priori, pueda parecer un libro infantil, por la portada tal vez, o por la finura del tomo, o quizás por su tono simple, pero lo cierto es que se trata de un libro que trata temas muy profundos con cierta metáfora.

Fue escrito por el autor en su estancia en un hotel de Nueva York y, tras su publicación primera en los Estados Unidos, se procedió a su traducción a ciento ochenta lenguas y dialectos diferentes.

¿Por qué El Principito deja huella?

Estamos ante uno de los libros más importantes de todos los tiempos y eso, quieras que no, se nota. Una composición que nos marca de por vida al leerlo y que, casi siempre al preguntar, es el libro favorito de los amantes de la lectura.

Tanto para el público adulto como para niños, El Principito es una breve historia imposible de olvidar. Habla de temas que, hacia un lector de poca edad, son divertidos y amenos, y para mayores, es una crítica de las cosas importantes de la vida. El sentido de la vida, la amistad o el amor son tocados y hundidos de lleno en cada página de esta narración.

“Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio”. Nos da lecciones de vida en cada frase que se descubre. Nos introduce en la capacidad de reflexionar, de que nuestros pensamientos vayan más allá, que nos preguntemos el porqué de muchas cosas en la vida.

El francés Antoine de Saint-Exupéry no supo, por aquel entonces, toda la repercusión que este manuscrito tendría en la existencia de tantas y tantas personas en el mundo.

Un buen libro no entiende de fronteras ni de idiomas

Esa pequeña joya que todos tenemos a buen recaudo en casa. Así es El Principito, una de las mejores obras literarias que nos dejó el siglo XX.

Valores humanistas tallados en hojas de papel en blanco que, según Olivier D’Agay, director de la gestión del legado de Antoine de Saint-Exupéry, se van reinventando según transcurre el tiempo y, a pesar de sus 75 años de existencia, sigue calando hondo como si no pasasen los años por él.

Le Petit Prince nació un 6 de abril de 1943, hace poco más de 75 años actualmente, y fue publicado por primera vez en la ciudad de Nueva York.

Esta primera edición, lanzada en francés, ya contó también con su traducción al inglés por Katherine Woods. A partir de ese momento, y hasta la actualidad, se ha pasado a traducir a más de 300 lenguas y dialectos y a venderse más de 150 millones de ejemplares en todo el planeta tierra.

La Biblia, solo a un paso por delante, es quien le hace sombra. Pero nada que envidiar, pues El Principito llega a tener 350 ediciones diferentes en coreano, 50 adaptaciones al chino o, como anécdota, es uno de los pocos libros que ha sido traducido al latín.

En castellano, ‘Le Petit Prince’ llegó, primero a México en 1956 de la mano del escritor argentino Bonifacio del Carril y, pasados unos años, concretamente en 1965, se publicó la primera edición española. La más celebre la encontramos en la que adaptó el aclamado poeta José Hierro en 1967.

A pesar de ser tan longevo, El Principito seguirá ocupando un lugar privilegiado en nuestro corazón. Una historia que pasará y traspasará generaciones, ideologías, países y culturas gracias a la magnífica labor de los traductores que han conseguido todos estos logros.

¿Os gustaría que Tradupla, como empresa de traducción, asumiera el reto de traducir esta obra a algún idioma en particular? Esperamos comentarios.

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