¿Te pertenece una memoria de traducción como cliente?

¿Qué es una memoria de traducción?

Una memoria de traducción es una base de datos lingüística que almacena tu traducción para poder reutilizarla posteriormente. Las páginas web, los documentos de comunicación, el marketing, los anuncios, etc. son medios que contienen los mismos mensajes y utilizan, de hecho, expresiones recurrentes.

Creada con un programa informático de traducción asistida por ordenador, la memoria de traducción recupera y guarda la traducción realizada por el traductor, frase a frase. Por tanto, consiste en una base de datos bilingüe de segmentos de texto o frases y su equivalente en otro idioma. Esta memoria (respaldada asimismo por una base de datos terminológica) puede reutilizarse de forma óptima. Este proceso de memorización ahorra un tiempo muy valioso para la traducción, especialmente en el caso de documentos grandes o repetitivos o en el caso de documentos que cambian con el tiempo (nuevas versiones, actualizaciones). Al evitar la necesidad de traducir la misma frase varias veces, el sistema permite a las agencias de traducción cobrar tarifas más competitivas y garantizar la coherencia de la terminología. Por ejemplo, el programa de TAO SDL Trados Studio, Memsource o MemoQ almacenan estas memorias y cotejan el contenido de origen con el de destino, señalando las coincidencias exactas y parciales entre los dos documentos que se traducen.

Estas memorias se utilizan para clientes que tienen que traducir una manual de instrucciones, por ejemplo, y al año siguiente actualiza el manual del aparato en cuestión, y quiere pagar sólo por las palabras nuevas añadidas. También para clientes que tienen textos repetitivos y que necesitará discriminar las palabras nuevas de los elementos ya traducidos anteriormente. De esta manera, le permite ahorrar en costes. Por otro lado, hay documentos que cuentan con 50 000 palabras y 6000 palabras son nuevas. Esto quiere decir que el cliente sólo tendrá que pagar 44 000 palabras. Algunas empresas cobran estas 6000 palabras por un importe algo inferior. En el caso de Tradupla, las ofrecemos totalmente gratuitas.

Pero, entonces, ¿a quién pertenece la memoria de traducción?

¿Quién es el propietario de dicha memoria de traducción?¿Y por qué?

Las memorias de traducción son el resultado del trabajo de investigación terminológica del traductor, ya que recopilan fragmentos de textos ya traducidos que pueden reutilizarse para nuevas traducciones sobre el mismo tema, con el objetivo de optimizar el plazo y la calidad (coherencia). También es una garantía en el tiempo de dominio de la comunicación: por ejemplo, para una marca o una empresa con elementos lingüísticos muy precisos, gracias al glosario de traducción asociado. El cliente también puede beneficiarse de una optimización de los costes de traducción, ya que los contenidos repetitivos pueden cobrarse de forma diferente. Incluso las repeticiones exactas, llamadas matches 100%, son gratuitas en Tradupla. Estas memorias de traducción, una vez validada su calidad y conservadas durante años, son verdaderos activos lingüísticos. Sin embargo, si se cobra por el trabajo de elaboración y mantenimiento de una memoria de traducción de calidad, es esencial poder determinar, de manera legal, a quién pertenece.

El traductor profesional (persona física), ya sea por cuenta ajena o por cuenta propia, la agencia de traducción (persona jurídica o empresa), y el cliente (persona jurídica o empresa) podrían cada uno, a través de su participación en diferentes niveles, reclamar la propiedad de la misma, o de una parte de ella (este tema se ha debatido durante años, sin que se haya evidenciado a quién pertenece). El cliente (quien solicita y paga el servicio) suele ser el autor del texto fuente. Como comprador y pagador del servicio, también es el propietario del texto de destino, la traducción. Por último, si una empresa de traducción que recurre a un traductor externo ha creado y conservado una base de datos, puede considerarse propietaria de la memoria de traducción.

Para abordar este problema, debemos recurrir a la cuestión de la propiedad intelectual. Esta última protege cualquier texto original. Pero, ¿cuál es la naturaleza de la memoria de traducción y del texto traducido? ¿Puede ser una propiedad compartida? De hecho, la pregunta aún no tiene respuesta y el debate sigue abierto…

 

Cómo resolver el conflicto

En estas condiciones, ¿cómo actuar? Ante la amenaza de perder los derechos y no poder utilizar la investigación terminológica propia, antes de cualquier encargo de traducción se debe considerar una discusión para determinar el propietario de la memoria de traducción del proyecto. Está en juego una buena relación de trabajo, basada necesariamente en una relación comercial. Puede ser una cláusula incluida en las condiciones generales de venta. Propiedad exclusiva o parcial… es cuestión de negociar los términos del acuerdo para un uso justo de la memoria de traducción.

En la práctica, todas las empresas de traducción tienen políticas diferentes respecto a las memorias de traducción. Para algunas, les pertenece, mientras que otras se comprometen a proporcionar por contrato la memoria creada cuando se entrega el proyecto al cliente. Una prestación gratuita o facturada que suele depender de la duración del contrato.

Está claro que estas memorias pueden acelerar el proceso de traducción, reducir el riesgo de error y mejorar la coherencia. Por ello, las memorias de traducción (MT) o, más en general, las herramientas de traducción asistida por ordenador (TAO) son objeto de duras negociaciones entre la empresa de traducción, el traductor y el cliente. Especialmente populares, e incluso indispensables en ciertos contextos hoy en día, permiten mejorar la productividad y la calidad en las traducciones que implican múltiples repeticiones, esas famosas frases o expresiones clave que son el sello distintivo de los documentos, especialmente en el ámbito de la traducción técnica. Esto no sólo ahorra tiempo, sino también productividad para todas las partes implicadas. Aunque hoy en día no es posible saber con claridad quién es el propietario de una memoria de traducción, la ley del caso impone una reflexión sobre los derechos y deberes de cada persona.

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